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viernes, 8 de julio de 2016

Soy una de esas tantas enfermeras españolas que este año decidió valientemente hacer las maletas y marcharse del país.


No hay mejor manera de comenzar que por el principio: Me llamo Elena, tengo 26 años, soy de Granada y una de esas tantas enfermeras españolas que este año decidió valientemente hacer las maletas y marcharse del país. Ese país que ha invertido en mi educación, ese país donde está mi familia, mi hogar, mi pareja, mis amigos y el cual hoy en día no puede ofrecerme la oportunidad de
ejercer mi vocación, la enfermería.

Llegué a Inglaterra cargada de ilusiones, motivación, sueños por cumplir y unas ganas inmensas de emprender esta nueva aventura, que en mi caso, Oxford me ofrecía. Al principio, como la mayoría
de las cosas nuevas a las que nos enfrentamos, no fue fácil. Las inseguridades y los miedos también acechaban; un país nuevo, una cultura y un ritmo de vida diferente, personas nuevas, un clima nada mediterráneo, el idioma, los trámites, el papeleo y más papeleo para poder ejercer la profesión de enfermera en Inglaterra, pero nada que no se subsanara con paciencia, una buena Guinness
y en mi caso, la suerte de no estar sola, ya que tenía dos amigas que ya habían emprendido esta aventura años atrás. Conforme pasaban los días en el hospital, podía percibir diferencias evidentes con respecto al Sistema Sanitario Español.
Una de las grandes diferencias es que en U.K. existen diferentes tipos de especialización enfermera, como por ejemplo un equipo de Enfermeros/as destinados/as al cuidado y prevención de las úlceras por presión o el control de infecciones. Otra gran diferencia es la existencia de “trainings” (entrenamientos) requeridos para cada técnica. Mientras que en España salimos de la carrera “preparados” para todo, en Inglaterra no puedes mover un dedo sin haber pasado previamente los dichosos ”trainings”. Pero una vez concluido todo
ese proceso, pasas a tener las competencias necesarias para ejercer tu profesión. Por último, otra de las curiosidades a mencionar es el gran sistema burocrático y organizado existente a la hora del registro de documentos para cada paciente, ocupamos demasiado
tiempo en rellenar todos estos documentos (papeleo) y por otro lado, también existen muchos más documentos para la valoración de cuidados del paciente con respecto a España.
A día de hoy, 6 meses después de haber comenzado esta experiencia, puedo decir que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. No sólo por poder desarrollar por fin mi carrera profesionalmente, con un contrato indefinido y la oportunidad de aprender un idioma, sino porque emprender una aventura en tierras extranjeras es también una oportunidad de enriquecerte personalmente, por ello se lo aconsejo a todos los enfermeros que quieran abrirse puertas en su futuro laboral, un futuro que por desgracia actualmente en España es incierto.

Elena Mascaraque Molina - Enfermera
John Radcliffe Hospital - Oxford


Artículo publicado en la Revista Ávila en Salud © ‎
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